Introducción

En este escrito planteo y me planteo una serie de reflexiones sobre la mujer, su desarrollo, creatividad y salud, a partir de la excelente obra de la Dra. Clarissa Pinkola Estés, psicoanalista junguiana, poeta y narradora de cuentos, que ha estudiado la biología de la fauna salvaje y de los lobos en particular. Nacida y criada en medio de la Naturaleza, como ella lo describe, en los límites entre Estados Unidos y México, después de la Segunda Gran Guerra, ya había empezado a vislumbrar los rasgos comunes entre las mujeres y las lobas.

"A lo largo de la historia, las tierras espirituales de la Mujer Salvaje han sido expoliadas o quemadas, sus guaridas se han arrasado y sus ciclos naturales se han visto obligados a adaptarse a unos ritmos artificiales para complacer a los demás." Esta afirmación que la autora incluye en la introducción de su libro , creado a lo largo de muchos años de investigación y práctica Clínica, no parece muy discutible si uno da una mirada hacia atrás, no demasiado lejos, y se ubica, por ejemplo, en 1908.

De manera que empezaré por hacer una reseña de algunos acontecimientos relevantes que estaban sucediendo hace un siglo con nosotras, mujeres. Luego ingresaré al tema del mito o arquetipo de Mujer Salvaje según Pinkola Estés, para analizar y compartir distintas opciones que a partir de ese modelo se pueden promover para una vida más satisfactoria y libre.

En marzo de 1908 hubo en Nueva York una manifestación y fuertes reclamos de las mujeres por una jornada laboral reducida, mejora en las remuneraciones y derecho al sufragio. Algunas referencias indican que el 8 de marzo de 1908 murieron calcinadas 146 mujeres en la fábrica Cotton de Nueva York a causa de bombas incendiarias que les tiraron mientras ellas se negaban a abandonar el encierro y reclamaban por una jornada laboral razonable y mejoras en los salarios. En 1909 comenzó a celebrarse el Día Nacional de la Mujer en Estados Unidos. En 1910 la Conferencia Internacional Socialista reunida en Copenhague propuso y proclamó el Día Internacional de la Mujer Trabajadora que se celebró por primera vez en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza con mitines que exigían el derecho a voto y a ocupar cargos públicos como también reclamaban la no discrimación laboral. En 1911 tuvo lugar el incendio de la fábrica Triangle (N.Y.) y la muerte de muchas trabajadoras, la mayoría inmigrantes, por falta de seguridad laboral. En el marco de los movimientos en pro de la paz en vísperas de la Primera Guerra, las mujeres rusas celebraron por primera vez el Día Internacional de la Mujer en 1913. En 1917 las mujeres hicieron una huelga y cuatro días después abdicaba el Zar y el gobierno provisional concedía el derecho a voto a las mujeres rusas (un 23 de febrero según el calendario juliano usado en Rusia, el día 8 de marzo para el calendario gregoriano). Este breve resumen es sólo un recorte de los acontecimientos que llevaron a instaurar el 8 de marzo como el día de la mujer. Con sólo agregar que el 23 de septiembre de 1947 (hace apenas seis décadas) Perón firmó el decreto en la República Argentina que otorgó a las mujeres de todo nuestro país el derecho a voto, y que la Asamble General de la ONU en 1977 (hace apenas tres décadas!!!) proclamó la institución de un Día de las Naciones Unidas para los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional, tal vez podemos tener un paneo de esa frase inicial acerca de las féminas [...] "las tierras espirituales de la Mujer Salvaje han sido expoliadas o quemadas, sus guaridas se han arrasado" [...]


Lobas

La pretensión de este trabajo es llegar, en una especie de gran zancada, desde esos acontecimientos hasta la presentación de un modelo que propone partir de la personificación y recuperación de un arquetipo que plantea la naturaleza femenina más profunda para restablecer esa sabiduría tantas veces renunciada por la mujer moderna. Es como si la autora estuviera alertándonos acerca del hecho contundente de que los avances en los derechos no necesariamente modificaron el comportamiento de "someterse a los demás" en desmedro de otras capacidades esenciales. Que este trabajo de transformación en verdad nunca está terminado y yo agrego, mujeres, se trata de laborar en pos de justicia y dignidad para todos los seres humanos.

Pinkola Estés describe varias características que para ella tienen en común los lobos sanos y las mujeres sanas: aguda percepción, espíritu lúdico, gran capacidad de afecto, fortaleza y resistencia física, defensa de "la manada", valentía, lealtad y adaptabilidad. No obstante también tienen-tenemos-en común el hecho de haber sido perseguidos y hostigados, acusados de agresividad y poco valor por parte de los detractores (de lobos y mujeres). La autora refiere a la época de post guerra en la que ella nació (la Segunda Gran Guerra), como una [...] "en la que las heridas espirituales de las mujeres tremendamente explotadas se calificaban de agotamientos nerviosos [...] y las hembras que conseguían quitarse el collar para disfrutar de uno o dos momentos de vida se tachaban de malas."

Aunque sé que es discutible, propongo una doble consideración y consiste, por una parte, en que no se puede obligar a una mujer a doblegarse ante el punto de vista del conocimiento admitido como valedero por parte de quien pretenda ignorar su valor femenino y sojuzgarla, sea un individuo o una sociedad; pero también sostengo que sus mayores posibilidades como mujer valiosa devienen de su aceptación como ser diferente al hombre. La voz femenina es tan sonora y nítida que aún a la distancia cualquiera puede oírla y además comprenderla; su cuerpo tiene unas raíces antiguas que ella trae grabadas en su psique instintiva. Parte de mi experiencia clínica confirma muchos de los postulados en relación al arquetipo de La Loba o La Huesera de la Dra. Estés.

Dicho arquetipo o imagen primordial de nuestro inconsciente colectivo despierta, sale y acciona en momentos en que descubrimos la necesidad de una transformación: algo nos llama a dejar un trabajo de años, quebrantar las normas, dejar o iniciar una relación; hacer una pausa y dejar florecer nuestra vida creativa, honda, lúdica y sana. Nos dice la autora: "Cuando las mujeres reafirman su relación con la naturaleza salvaje, adquieren una observadora interna permanente, una conocedora, una visionaria [...] una creadora, una inventora y una oyente que sugiere y suscita una vida vibrante en los mundos interior y exterior."

Esta conexión arquetípica con la mujer salvaje implica recuperar una integridad innata, una fortaleza y unos límites saludables; no se trata de un sentido peyorativo de "salvaje" como falta de control. Aún en condiciones de sometimiento sigue existiendo instintivamente esa capacidad de crearse unas mejores condiciones que tendrá que buscar un resquicio para accionarse y liberarla.


Pérdida transitoria de sentido lobuno

Sucede cuando alguno o varios o todos estos sentimientos y estados se nos hacen crónicos y extremos: inseguridad, terror, fatiga, apatía y aburrimiento, debilidad, falta de inspiración, vergüenza, confusión, amordazamiento, irritación, impotencia, dubitatividad, entrega de la vida creativa a los demás, compromiso en elecciones que desgastan, automatismo laboral sin detenerse, desgano general, temor al riesgo, parálisis emocional, temor a pedir ayuda, temor a seguir adelante, temor a oponerse, temor a encarar nuevos desafíos, temor. Temor.

En la Clínica Psicológica tanto como en los trabajos de asesoramiento, y dicho sea de paso en nuestra vida cotidiana, nos encontramos todo el tiempo con estos obstáculos para vivir en plenitud, que suelen incrementarse o al menos manifestarse con más fuerza alrededor de la menopausia, etapa bisagra que puede llevar al resurgimiento de talentos adormecidos en las mujeres o presencia de variados síntomas antes ocultos de múltiples formas que enmascaraban malestar y/o trastornos psíquicos.

Cuando estamos saludables, en cambio, nos parecemos a las lobas y según la autora y múltiples experiencias que avalan su postura nos sentimos y mostramos más o menos de algunas o todas estas maneras: robustas, satisfechas, dadoras, ingeniosas, en movimiento, capaces de un buen salto, leales, agresivas aunque no destructivas, creadoras, arriesgadas, intuitivas, respetuosas de las normas, plantadas en el cuerpo y con orgullo.

De todos los cuentos que nos comparte la autora para enseñarnos las formas que asume el arquetipo de la Mujer Salvaje, seleccioné La Loba ya que muestra la función transformadora de la psique. Clarissa P. E. nos comenta que intuyó un descubrimiento cuando en la zona fronteriza a Texas oyó un cuento llamado "La Muchacha Loba" acerca de una mujer que era una loba que a su vez era una mujer. Y que posteriormente en una expedición etnográfica conoció a una Huesera y ya nunca volvió a ser la misma. Escuchemos entonces. Que este aprendizaje es para todas.


Relato:

Hay una vieja que vive en un escondrijo del alma que todos conocen pero muy pocos han visto. Como en los cuentos de hadas de la Europa del Este, la vieja espera que los que se han extraviado, los caminantes y los buscadores acudan a verla.

Es circunspecta, a menudo peluda y siempre gorda, y, por encima de todo, desea evitar cualquier clase de compañía. Cacarea como las gallinas, canta como las aves y por regla general emite más sonidos animales que humanos.

Podría decir que vive entre las desgastadas laderas de granito del territorio indio de Tarahumara. O que está enterrada en las afueras de Phoenix en las inmediaciones de un pozo. Quizás la podríamos ver viajando al sur hacia Monte Albán en un viejo cacharro con el cristal trasero roto por un disparo. O esperando al borde de la autovía cerca de El Paso o desplazándose con unos camioneros a Morelia, México, o dirigiéndose al mercado de Oaxaca, cargada con unos haces de leña integrados por ramas de extrañas formas. Se la conoce con distintos nombres: La Huesera, La Trapera y La Loba.

La única tarea de La Loba consiste en recoger huesos. Recoge y conserva sobre todo lo que corre peligro de perderse. Su cueva está llena de huesos de todas las criaturas del desierto: venados, serpientes de cascabel, cuervos. Pero su especialidad son los lobos.

Se arrastra, trepa y recorre las montañas y los arroyos en busca de huesos de lobo y, cuando ha juntado un esqueleto entero, cuando el último hueso está en su sitio y tiene ante sus ojos la hermosa escultura blanca de la criatura, se sienta junto al fuego y piensa qué canción va a cantar. Cuando ya lo ha decidido, se sitúa al lado de la criatura, levanta los brazos sobre ella y se pone a cantar. Entonces los huesos de las costillas y los huesos de las patas del lobo se cubren de carne y a la criatura le crece el pelo. La Loba canta un poco más y la criatura cobra vida y su fuerte y peluda cola se curva hacia arriba.


La Loba sigue cantando y la criatura lobuna empieza a respirar.

La Loba canta con tal intensidad que el suelo del desierto se estremece y, mientras ella canta, el lobo abre los ojos, pega un brinco y escapa corriendo cañón abajo. En algún momento de su carrera, debido a la velocidad o a su chapoteo en el agua del arroyo que está cruzando, a un rayo de sol o a un rayo de luna que le ilumina directamente el costado, el lobo se transforma de repente en una mujer que corre libremente hacia el horizonte, riéndose a carcajadas. Recuerda que, si te adentras en el desierto y está a punto de ponerse el sol y quizás te has extraviado un poquito y te sientes cansada, estás de suerte, pues bien pudiera ser que le cayeras en gracia a La Loba y ella te enseñara una cosa . una cosa del alma.


Simbolismos

- La andadura; que comenzamos en algún lugar del desierto como una bolsa de huesos desmontados.
- La loba; que nos enseña la tarea de resucitarlos, devolverles la vida.
- El canto; ella canta sobre los huesos, infunde vida a lo que está enfermo o necesita recuperarse.
- La soledad reparatoria; ella hace su labor solitaria, en íntima conexión con lo propio.
- La sabiduría; La Loba, La Huesera, La Vieja, son arquetipos de La Que Sabe y que se encuentra en la lejanía, en lo antiguo y profundo.
- La fortaleza; esa vieja sabia (que está en nuestro interior), tiene una fuerza enorme.
- La indestructibilidad; los huesos del lobo representan lo instintivo que no muere (aunque la sociedad intente matarlo)

"Una vez muertas, las cosas que poseen valor psíquico se pueden resucitar" nos dice la autora. Podemos llegar a través de la pintura, la escritura, la meditación, la psicoterapia, el canto, nadar, estudiar un idioma, o cualquier actividad que nos interese o apasione y nos genere un estado de conciencia diferente al automatismo (generalmente) de lo cotidiano.

Sostengo que la tarea fundamental, entonces, consiste en reconocer que andamos algo perdidas y luego ir construyendo un camino de aprendizajes, faena no siempre sencilla y a lo largo de la cual tenemos que distinguir entre aquello que hay que dejar morir y aquello que debemos vivificar; porque aún las tierras devastadas pueden volver a sembrarse después de un tiempo de remover la tierra y abonarla.

Muchas veces se empieza en el desierto. Allí la vida es pequeña y suele encontrarse bajo tierra. Como la vida de muchas mujeres. Hay que desenterrar los huesos. Y habrá que preguntarse. ¿Qué ocurrió con nuestro canto, cuáles de los huesos enterrados y desenterrados (ahora) queremos y necesitamos vivificar, qué hicimos con nuestros instintos, dónde dejamos ir a nuestra loba?

Para dar un cierre al menos provisorio a este trabajo dejo una magistral frase textual de C. P. Estés: es posible que la psique de una mujer se haya abierto camino hacia el desierto por resonancia o como consecuencia de pasadas crueldades o porque no le permitieron vivir una vida más amplia en la superficie. Muy a menudo la mujer tiene la sensación de vivir en un lugar vacío en el que a veces sólo hay un cactus con una flor de brillante color rojo y nada más en mil kilómetros a la redonda. Pero, para la mujer que está dispuesta a recorrer mil y un kilómetros, hay algo más.


Lic. Emilce Strucchi
Psicoterapeuta. Poeta y narradora
Junio de 2009




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